sábado, 16 de abril de 2011

“El Expreso Imaginario formó un ‘nosotros’ en muchos jóvenes de esa generación”

Conversación con Sebastián Benedetti.

“Para analizar los momentos da la revista trabajamos con el correo de lectores, esto quiere decir que lo que nosotros recogimos fue producto de lo que la Expreso causó en su público cautivo.
Lo que pasó a través de Expreso fue que se dieron un montón de conexiones para que la juventud que en ese momento había quedado un poco fuera, mal vista incluso a través de la dictadura, estigmatizada, se formara en un Nosotros. Fue un refugio, o contención en el reconocimiento de cosas que  los unían. Por eso en la primera etapa, desde el correo de lectores se nota un sentimiento especial hacia la revista.
La cultura joven en la Argentina era un fenómeno nuevo; si decimos cultura rock estamos hablando de mediados de los ’70, donde el rock argentino por así llamarlo tenía solo diez años, y no estaba ni sólido ni conformado.
Todo empezaba recién a moldearse, los lugares no estaban bien definidos; por eso es que -hoy quizás sea difícil de entender si se lo mira retrospectivamente- eran todos pares. Los músicos, los que escribían, los lectores, los que escuchaban, eran todos parte de un movimiento, del mismo Nosotros. Creo que la clave esta ahí. Y en que la Expreso apareció en medio de un vacío al que asistía un grupo de jóvenes en particular, y fue a la vez un punto de fuga y un nuevo lugar.
La revista fue un resumen de temáticas de la cultura rock. El ecologismo, la cuestión de los indígenas, la mirada de oriente, más el rock, en realidad ya venia en un paquete que era el de la “Cultura Rock”. Se había formado así en su origen, desde los hippies, desde los hipsters previos y los beatniks.  El rock como música,  fue un vehículo para motorizar el resto de los temas de la cultura rock.


Igualmente, la revista iba dirigida a un grupo relativamente chico, de Buenos Aires y La Plata, y dentro de esa zona, una parte minoritaria de esa juventud; había toda otra parte que nunca se enteró de eso o no le interesaba, que consumía otro tipo de cosas, escuchaba música “bolicheta”, música disco. 
La revista iba mas allá de una cuestión de edad, era sobre todas las cosas de gente que tenia una cierta forma de mirar las cosas. Fue profunda, tuvo que ver con los sentimientos y la soledad de mucha gente.  Pero todos se sentían parte de un mismo movimiento, de ese Nosotros. Porque se compartían cosas casi prohibidas, y había una carga muy emotiva en eso. El rock decía un montón de cosas. Eran jóvenes afectivamente interesados en el otro, con una sensibilidad distinta.
Creo que fue importante y llamativo cómo la Expreso los movilizó físicamente, porque informaba sobre recitales y demás; pero también fue un órgano de difusión de miles de revistas subtes que circulaban en las plazas, que por ahí salían un número o dos y no salían más.
Fue una revista para determinada gente, con determinados intereses, en ese momento, en ese contexto. De hecho pasados los números, los lectores estuvieron abiertos a leer notas de tapa donde aparecían Gismonti, Pascual, o la cobertura del Festival de Jazz en Río de Janeiro. Y recibieron bien esta música. Creó un micromundo de información, ya que los canales eran otros, muy pequeños, y había que esperar meses para obtener las novedades del exterior.”
¿Se encontraron en algún momento la juventud de los grupos militantes y la de la contracultura en la revista?
Yo me acuerdo del amigo de Pipo Lernoud que fue uno de los primeros montoneros que murió. Arrancamos el libro contando esto, dos tipos que piensan lo mismo, que piensan que las cosas tienen que cambiar, después se separan porque uno viaja, y el que se queda acá muere. Como ejemplo de que había diferentes formas  de pensar los cambios posibles.
Muchos revolucionarios que luego se desilusionaron, pasaron a este lado contracultural. Pasa que los que hacían la revista, y los que la leían, eran más bien hippies.
Además el movimiento contracultural que se fue armando alrededor de la revista se dio de modo más bien inconciente, en el sentido de estar haciéndolo sin caer en la cuenta completamente. Creo que todo movimiento contracultural es inconciente. Se va armando y va pasando a los golpes, día a día. No son muy concientes de lo que tienen que hacer y cómo tienen que hacerlo.


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